miércoles, 28 de diciembre de 2016

EL SOBORNO DE UN SALARIO FRENTE A LA COMPENSACIÓN

Soborno, según el diccionario, es casi un sinónimo de corrupción, y no quisiera ir tan lejos. Sin embargo no creo ser el único que piensa que no lo hemos hecho bien del todo muchos de los que hemos luchado por un sueño profesional asociado a un estatus, un reconocimiento o simplemente un confort económico, abandonando tantas cosas que acabas valorando al cabo de unos años cuando ya no hay remedio.
“A propósito de Henry”, una gran película de Mike Nichols del año 91, protagonizada por el incombustible Harrison Ford y la gran Annette Bening, explicaba  el caso de un brillante y rico abogado 
que es tiroteado durante un atraco a un supermercado, quedando su cerebro dañado y sufriendo una amnesia total que le hace olvidarse de su vida anterior.
A partir de ese momento, tendrá que aprender a hablar, a andar, a leer, y ese nuevo personaje aparecido después del incidente es otro Henry, que valora todo lo que no valoraba el anterior, dándose, de alguna manera, una segunda oportunidad.
El “primer” Henry era un verdadero déspota y es lo único que no me sirve para el ejemplo, pero el “segundo”  es un modelo perfecto de lo que debería ser, aunque en ese caso vaya envuelto en un relato un tanto melindroso propio de una película de happy end.
Lo de las segundas oportunidades es muy de película. Eso no existe, porque ya no volveremos a tener treinta años, ni disfrutar del juego con nuestros hijos, ni tener la oportunidad de decidir hacerlo distinto. Es cuestión pues de aprovechar las primeras, que son las de verdad.
El salario nunca debe ser un soborno que nos haga pasar disimulando por delante de tantas cosas importantes como la familia, los amigos o nosotros mismos. El equilibrio es difícil, pero no imposible.
De repente, los salarios, por más que ajustados, y la compensación total, nos abren una expectativa real para poder conciliar la vida profesional, familiar y personal.
Disponer de un salario higiénico o algo más ya no es poca cosa y, en ese caso, completarlo con muchos de los elementos que estamos comentando en estas páginas es la solución para la competitividad de las empresas y para el equilibrio de la vida de sus empleados.

No olvidemos el concepto de "higiénico", porque es fundamental. Para que todo funcione es requisito que exista una cierta, que no hace falta "perfecta", equidad externa (mercado) y equidad interna (posición relativa de los salarios en función del valor del puesto en nuestra propia empresa).

Si el salario no es higiénico no vamos a encontrar ninguna respuesta cuando hablemos de valores y de futuro, por puro efecto "Maslow".
Por el contrario, un salario alto en un entorno de baja compensación en todo lo demás es lo más parecido a un soborno para “comprar” algo que no tiene precio y que debemos saber valorar en la justa medida para no perderlo. Recordemos que cuando hablamos de Compensación no nos referimos únicamente a calidad de vida, sino también a la buena comunicación, la buena dirección, los valores, la buena organización y a nuestro propio desarrollo profesional. Todo eso es "salario". 
Hablamos, cómo no, de la Compensación Total.


2 comentarios:

  1. Hay muchos que se empeñan en decir que no cambiarían ni se arrepienten de nada de lo hecho.
    Yo no puedo decir lo mismo. Es verdad que no me arrepiento de nada, pero si volviera a empezar, sabiendo lo que sé, cambiaría muchas cosas.
    El problema es que seguramente si empezara de nuevo no sería posible saber lo que se hoy y probablemente caería en los mismos errores y es vuelta a empezar. C'est la vie, como dicen mis "copains".

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  2. exactamente
    es làstima que tengamos que esperar a los "vieux jours" , como dirian nuestros "copains", para darnos cuenta de lo verdaderamente importante y que intentamos recuperar cuando ya se nos está escapando. C'est la vie, como dices .. asi que "carpe diem".
    Un abrazo

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