domingo, 29 de noviembre de 2015

MÁS SOBRE LA COMPENSACIÓN TOTAL

Aunque hablar de Compensación Total nos sitúa, de forma inconsciente, en el terreno de la política retributiva, me gustaría compartir unas reflexiones para elevar el nivel del concepto hasta equipararlo con lo que sería una verdadera política de Dirección o lo que llamaríamos Estilo de Dirección.

Hay elementos que forman parte de lo que entendemos por “dirigir”, que se alinean de forma clara con la parte estratégica del negocio, es decir, de puertas para afuera. Es lo que asociamos al mercado, al producto, a la competencia, a la coyuntura o al estado de la tecnología.
Otros elementos están mucho más ligados a lo que pasa dentro, aunque, sin duda, muchos de estos están relacionados o condicionados por lo que pasa fuera. Sería un desastre si no fuera así...

Dirigir, desde luego, es todo: la visión, la estrategia, el liderazgo, saber mirar fuera y saber mirar dentro, y, sin duda, todo esto forma parte también de lo que llamamos Compensación  Total visto desde la óptica de nuestros colaboradores, para que acaben sintiéndo, si es posible, que están en el mejor sitio y en el mejor momento.
Posiblemente estemos de acuerdo en que cada vez más se necesita un equipo para conseguir cualquier meta. Lo contrario son excepciones o casos muy particulares.

Los equipos son multidisciplinares. Desde el conocimiento hasta la estrategia, todo se trabaja en equipo.
Hace poco compartí con un gran empresario y amigo el vértigo que le producía el hecho de no controlar ya todas las áreas del negocio ni la mayoría de las decisiones. Y es que  a partir de cierto volumen de actividad  y complejidad es simplemente imposible.

Es en ese momento cuando es imprescindible confiar en tu equipo y donde empiezan a dar sus frutos todos  los esfuerzos que hicimos por rodearnos de las personas más adecuadas.
Pero ese equipo, al que tenemos que dirigir, lo que en definitiva supone nuestra principal misión como directivos, nos ve a través de muchos filtros:

… observa cómo lideramos, si tenemos una visión clara de la empresa y su futuro, si comunicamos no solamente esa visión sino también los valores de la compañía, si damos ejemplo respecto a esos valores, si nos preocupamos de que cada uno tenga su proyecto personal, si proporcionamos los medios necesarios para que cada uno pueda realizar con solvencia su misión, si nos preocupamos también de que las condiciones de trabajo, flexibilidad, conciliación y equilibrio, sean las mejores posibles.
Nuestros colaboradores  necesitan y agradecen que se les tenga al corriente de las cosas importantes de la compañía, para bien y para mal, que estén bien claros los roles y las responsabilidades.

Que existan unos procedimientos robustos que permitan aplicar el conocimiento existente a cada situación para poder ser eficaces pero también muy efectivos.
Que se les reconozcan los méritos y las aportaciones de valor, en el ámbito de los procesos, de la mejora continua, de la innovación.

Que cada uno sepa, de forma inequívoca que se espera de él.
Todos estos elementos, además de la estricta compensación económica en todas sus variantes: salario fijo, incentivos, extra salariales… componen lo que llamamos la Compensación Total.

Me atrevo a decir que se trata de una “forma de Dirigir” y que además es tan efectiva que moviliza toda la energía disponible y todo el talento de nuestra empresa, focalizándolo hacia los objetivos estratégicos que seamos capaces de transmitir y con los que seamos capaces de ilusionar.
Pero hay que ponerlo en práctica.
Es preciso que periódicamente analicemos todas las posibilidades que nos ofrece la Compensación Total y pongamos en marcha planes de mejora.

Muchas veces un soporte exterior en este tipo de proyectos aporta más objetividad y eficacia que hacerlo con nuestro propio equipo. Por muy buenos que seamos y por más que nos creamos capaces de compaginarlo con nuestra actividad diaria.

He visto tantos voluntarismos que han desembocado en resultados mediocres o sencillamente en el abandono frente a las urgencias, que no puedo más que aconsejar que se trate como un verdadero proyecto.

Es fundamental realizar un buen diagnóstico de la situación en cada uno de esos ámbitos. Una vez sabemos dónde hay que mejorar, sin querer hacer todo de golpe, establecer unas prioridades, unos objetivos y un calendario.


En general necesitaremos “medir “cosas para saber si estamos en el buen camino. Aquí entra en juego otra herramienta fundamental como son los indicadores (KPI). Principalmente los más representativos de todo aquello que identificamos como prioritario.

Y mucha constancia y paciencia para que se produzca el cambio cuyos beneficios se harán evidentes en el día a día y en los resultados.

Saludos
Francesc

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