Cuando aquí hablamos de retribución variable aun nos suena
a que nos están quitando algo, y es que nos cuesta entrar en el
concepto y seguimos siendo un país de “fijo”. Por un lado podríamos pensar que
esta obsesión por el fijo es un acto de responsabilidad de cara al
endeudamiento familiar o la disponibilidad real para el consumo, pero yo que
me muevo habitualmente en este escenario de las retribuciones os aseguro que
no va por ahí y sí más bien por un hecho cultural que nos va a costar cambiar y
es que los beneficios son para los empresarios, los salarios para los empleados
y cada cosa va por su lado.
Probablemente han hecho mucho daño a este cambio
situaciones absurdas como el tener que mantener salarios y empleo a toda costa
aun estando en pérdidas o, desde otra perspectiva, beneficios empresariales
extraordinarios que no se han traducido en mejoras para los empleados.
Lo primero se está corrigiendo con la Reforma laboral del
2012 aunque muchos abusos y oportunismos están empañando la bondad de la misma, lo otro va cambiando gracias a las nuevas generaciones de empresarios que
entienden que salarios y beneficios van de la mano y que hay que buscar
compromiso por ambos lados.