martes, 24 de noviembre de 2020

VUCA – COVID19 y Nuevos Paradigmas

Hace unos años, yo era el primero que cuando oía hablar de nuevos paradigmas me ponía muy nervioso porque pensaba que ya estábamos en lo de siempre: teorizando sobre cambios en la forma de organizar las empresas, los puestos de trabajo, los sistemas retributivos y otras cosas que ya no me interesan tanto.

Mi percepción sobre la necesidad de un verdadero cambio de paradigma, ahora si inevitable, cambió con el estancamiento de los salarios, se acentuó con la crisis del 2008 después de quince años de una bonanza que parecía inagotable, se multiplicó con la necesidad urgente de una reorientación del propósito empresarial más allá de los beneficios, y ha explotado definitivamente con la crisis del COVID19.

Y es que las personas son verdaderamente lo más importante para las empresas, porque ellas son la empresa; los salarios deben contemplarse como algo más que una cifra en euros a final de mes; el propósito empresarial debe alinearse con las necesidades del planeta y de las personas y el COVID19 nos debe hacer reflexionar sobre la relación entre el trabajo, la vida, y la gran importancia de las dos cosas.

Ni el teletrabajo, por ejemplo, es la panacea, ni empeñarse en una cultura presencial a toda costa tiene sentido. Tenemos que buscar el justo equilibrio.

Tampoco las empresas sin beneficios tienen sentido ni futuro, así que es necesario que los haya, pero no practicando la clásica cultura de suma cero, o que para ganar dinero haya que bajar los salarios, o destruir el medio ambiente o simplemente adueñarse de la vida de las personas y de sus familias a base de una conciliación inexistente. En este sentido cada vez son más las empresas certificadas BCorp, de lo que me alegro.

No es casualidad que incluso en el tradicional y técnico mundo de la ingeniería se despierten, también ahora en España, las conciencias, respecto a la Certificación Profesional Engineer, que otorga la Agencia de Certificación de los colegios de Ingeniería, la AQPE, donde además de conocimientos y experiencia se certifican los ingenieros e ingenieras que demuestran competencias tan importantes como la comunicación, la gestión de personas o la ética profesional.


La verdad es que es todo muy complejo y además va muy rápido porque todo este cambio navega en un proceso de digitalización del que todos hemos oído hablar pero que cuesta de “aterrizar” de forma práctica en la empresa en muchos casos.

Cuando escuchamos a los grandes gurús de tendencias en materia empresarial recibimos mensajes que van calando en nuestro interior como empresarios o como directivos, que, muchas veces, por su distancia a nuestro día a día, lo que hacen es crear un escenario de confusión que nos impide ver muy claro por dónde empezar.

Como siempre no hay recetas, ya lo sabemos, pero humildemente me permito sugerir cuatro iniciativas que nos pueden situar un paso más adelante donde volver a pensar.



En cuanto a los salarios recordar que: un buen jefe es salario, y no hace falta que nos digan que significa ser un buen jefe, porque en nuestro interior todos los sabemos. Así como que un buen ambiente de trabajo es salario. Como lo es la flexibilidad laboral, trabajando o no a distancia. Ni mucha ni poca flexibilidad, la suficiente como para permitir a nuestros colaboradores tener otra vida. La comunicación, los valores, y finalmente el salario, son salario. Este último equitativo, interna y externamente, y adecuado y sostenible para el puesto, para el empleado y para la empresa.

Por otro lado, ya es hora de dejar de pensar los procedimientos orientados a los malos, que seguro los hay. Los buenos son mayoría y ni llegan tarde, ni roban los bolis, ni son incapaces de mejorar su puesto y además tienen valores. La mayoría digo. Y si les damos confianza conseguiremos su compromiso con el proyecto.

Respecto al propósito empresarial, también muy relacionado con los valores, es tan fácil como decidir si con nuestra empresa queremos participar de un futuro mejor para todos o simplemente ir a lo nuestro mientras dure. Y digo mientras dure porque las nuevas generaciones de clientes son cada vez más receptivas a las empresas que se preocupan por sus empleados, sus proveedores y su impacto ambiental y que buscan formas más sostenibles para resolver sus necesidades.


Y hablando del virus, está claro que se han demostrado cosas que intuíamos como, la fragilidad del sistema, la dificultad para alinear voluntades que no sean para desarrollar el primero la vacuna, las fortalezas y las debilidades del trabajo a distancia, la necesidad de reinventarnos en términos de dependencia, del cuidado de las personas, la logística industrial y comercial o la movilidad de personas y cosas. Frente a lo cual disponemos únicamente de nuestra capacidad de adaptación, flexibilidad, imaginación y talento para reinventarnos. Y probablemente solo sobrevivirán son los que lo hagan.

Finalmente, hablando de digitalización, hago mías algunas ideas de buenos pensadores que nos rodean, alguno de ellos habitual de estos foros, cuando dicen que lo primero que hay que entender es al cliente y hacer fácil y a un clic todo lo que nos relaciona con él, adelantándonos a sus necesidades y utilizando los grandes recursos del IOT, BD y AI, cada uno en su nivel de posibilidades de captación de datos, capacidad de análisis y recursos disponibles.

Lo de “se hace camino al andar”, como decía hace cien años el poeta, seguro que no estaba pensado para las empresas, pero para mí que aplica perfectamente porque, mientras pensamos qué hacer, esto corre que se las pela. La gente con talento, el calentamiento global, nuestros clientes y la competencia.

No sirve correr sin rumbo ni tampoco quedarse parados. Tienen que empezar a cambiar, los que no lo hayan hecho.

Un abrazo

Francesc