Despues de unas vacaciones en Egipto este verano y de unos meses sin publicar en el blog, me permito introducir una reflexión más relacionada con la ingenieria que con las compensaciones. Primero porque me impresionó la historia y después porque en este caso me siento interpelado mucho más como ingeniero que como profesor, asesor o consejero en otras disciplinas.
Todos los comentarios, citas y referencias que voy a incluir en este articulo tienen su origen pues en ese libro, y forman un breve resumen de lo que más me ha impresionado, especialmente despues de contactar intimamente con la civilización egipcia donde sin duda "empezó todo".
Ymaginemos un reloj que funciona con agua,
decorado con figuras que se mueven solas y diseñado hace más de 800 años. No es
ciencia ficción ni fantasía medieval, es ingeniería islámica del siglo XII, en una época en la que Europa aún despertaba de un letargo cultural cuando el mundo
islámico ya diseñaba máquinas automáticas, planificaba ciudades con
alcantarillado y construía cúpulas que desafiaban la gravedad.
La Edad de Oro del Islam, entre los siglos VIII y
XIV, fue mucho más que una etapa de traducción de textos clásicos. Fue un
laboratorio de ideas donde la matemática, la física y la mecánica se
transformaban en soluciones concretas y, en lo que nos afecta a l@s ingenier@s, en excelentes soluciones de ingeniería.