Cuando una empresa nos contrata como Directivos, los
accionistas esperan de nosotros que tomemos decisiones y además que sean buenas
decisiones. Es normal que sea así ya que
para eso nos pagan unos buenos sueldos, sin embargo somos humanos y a menudo
caemos en engaños que nos tiende nuestro subconsciente , el entorno , los malos
consejeros o simplemente, como decía , nuestra propia naturaleza humana.
De hecho, como casi siempre, la mejor manera de no
equivocarnos o por lo menos de tomar las decisiones más objetivas, razonadas y
rigurosas, en definitiva con más probabilidades de éxito, es ser conscientes de
nuestras limitaciones y asegurarnos de que no estamos “atrapados” en nuestra
decisión por ninguna de las trampas clásicas. Vamos a ver algunas: