“La empresa no debe premiar el esfuerzo sino los resultados”. Se dice.
El esfuerzo se premia en los niños, en la escuela y en casa, pero no en
la empresa.
Cuando oigo esa frase me acuerdo del periodo 2007-2013, con el mercado
de la construcción en España inmerso en una crisis brutal, con todos mis amigos
directores y comerciales de las empresas de cerámica estructural trabajando más
que nunca para minimizar el desastre, pero irremediablemente condenados porque
nadie fue capaz de levantar aquello.