Hay elementos que
forman parte de lo que entendemos por “dirigir”, que se alinean de forma clara
con la parte estratégica del negocio, es decir, de puertas para afuera. Es lo
que asociamos al mercado, al producto, a la competencia, a la coyuntura o al
estado de la tecnología.
Otros elementos
están mucho más ligados a lo que pasa dentro, aunque, sin duda, muchos de estos
están relacionados o condicionados por lo que pasa fuera. Sería un desastre si
no fuera así...
Dirigir, desde
luego, es todo: la visión, la estrategia, el liderazgo, saber mirar fuera y
saber mirar dentro, y, sin duda, todo esto forma parte también de lo que
llamamos Compensación Total visto desde la
óptica de nuestros colaboradores, para que acaben sintiéndo, si es posible, que
están en el mejor sitio y en el mejor momento.
Posiblemente estemos
de acuerdo en que cada vez más se necesita un equipo para conseguir cualquier
meta. Lo contrario son excepciones o casos muy particulares.
Los equipos son multidisciplinares. Desde el
conocimiento hasta la estrategia, todo se trabaja en equipo.
Hace poco compartí
con un gran empresario y amigo el vértigo que le producía el hecho de no controlar
ya todas las áreas del negocio ni la mayoría de las decisiones. Y es que a partir de cierto volumen de actividad y complejidad es simplemente imposible.
Es en ese momento
cuando es imprescindible confiar en tu equipo y donde empiezan a dar sus frutos
todos los esfuerzos que hicimos por rodearnos
de las personas más adecuadas.
Pero ese equipo,
al que tenemos que dirigir, lo que en definitiva supone nuestra principal misión
como directivos, nos ve a través de muchos filtros:
… observa cómo
lideramos, si tenemos una visión clara de la empresa y su futuro, si
comunicamos no solamente esa visión sino también los valores de la compañía, si
damos ejemplo respecto a esos valores, si nos preocupamos de que cada uno tenga
su proyecto personal, si proporcionamos los medios necesarios para que cada uno
pueda realizar con solvencia su misión, si nos preocupamos también de que las
condiciones de trabajo, flexibilidad, conciliación y equilibrio, sean las
mejores posibles.
Nuestros
colaboradores necesitan y agradecen que
se les tenga al corriente de las cosas importantes de la compañía, para bien y
para mal, que estén bien claros los roles y las responsabilidades.
Que existan unos
procedimientos robustos que permitan aplicar el conocimiento existente a cada
situación para poder ser eficaces pero también muy efectivos.
Que se les
reconozcan los méritos y las aportaciones de valor, en el ámbito de los procesos,
de la mejora continua, de la innovación.
Que cada uno
sepa, de forma inequívoca que se espera de él.
Todos estos elementos,
además de la estricta compensación económica en todas sus variantes: salario
fijo, incentivos, extra salariales… componen lo que llamamos la Compensación
Total.
Me atrevo a decir
que se trata de una “forma de Dirigir” y que además es tan efectiva que
moviliza toda la energía disponible y todo el talento de nuestra empresa, focalizándolo
hacia los objetivos estratégicos que seamos capaces de transmitir y con los que
seamos capaces de ilusionar.
Pero hay que
ponerlo en práctica.Es preciso que periódicamente analicemos todas las posibilidades que nos ofrece la Compensación Total y pongamos en marcha planes de mejora.
Muchas veces un soporte exterior en este tipo de proyectos aporta más objetividad y eficacia que hacerlo con nuestro propio equipo. Por muy buenos que seamos y por más que nos creamos capaces de compaginarlo con nuestra actividad diaria.
He visto tantos voluntarismos que han desembocado en resultados mediocres o sencillamente en el abandono frente a las urgencias, que no puedo más que aconsejar que se trate como un verdadero proyecto.
Es fundamental realizar un buen diagnóstico de la situación en cada uno de esos ámbitos. Una vez sabemos dónde hay que mejorar, sin querer hacer todo de golpe, establecer unas prioridades, unos objetivos y un calendario.
En general
necesitaremos “medir “cosas para saber si estamos en el buen camino. Aquí entra
en juego otra herramienta fundamental como son los indicadores (KPI).
Principalmente los más representativos de todo aquello que identificamos como
prioritario.
Y mucha constancia y paciencia para que se produzca el cambio cuyos beneficios se harán evidentes en el día a día y en los resultados.
Saludos
Francesc
Francesc
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