Hablar de teletrabajo, expresión
que personalmente no me gusta (prefiero trabajo en remoto o a distancia), en
adelante TD, se ha convertido en un tópico con presencia permanente en los
debates y foros enfocados a las mejores prácticas empresariales, para conseguir
lo que siempre hemos perseguido, tener a “la gente” contenta, motivada y
satisfecha en su puesto de trabajo.
A veces se nos antoja difícil
porque en realidad no estamos dispuestos a renunciar a unas creencias y formas
de dirigir que nos han dado muchos éxitos en el pasado y como directivos nos
tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones en el sentido contrario, o
diferente.
No voy a decir que todo es bueno
en el TD porqué las personas necesitan el contacto con las otras personas,
sobre todo si se trata de conseguir unas metas comunes. El reto está en cómo
conseguir las dos cosas.
De hecho, buena noticia, durante la pandemia son muchas las empresas que trabajando por proyectos han conseguido resultados extraordinarios iguales o mejores que los que conseguían con la modalidad presencial. Hablo de empresas muy distintas como LEITAT, el centro de investigación en Terrassa, o TOWA PHARMACEUTICAL, empresa líder en medicamentos genéricos, ambas en nuestro entorno y con personas de nuestras características.
Y digo esto último porque, a mi entender, por más que
interesantes y valiosos para la comunidad científica, no nos sirven como modelo
la enorme cantidad de estudios que nos llegan de universidades asiáticas o
africanas, muy prolíficas en investigaciones científicas realizadas sobre
colectivos que social y culturalmente son muy distintos de nosotros.
Así pues, se puede funcionar muy
bien y conseguir muy buenos resultados con la modalidad TD allí donde sea
posible.
Además le hacemos un favor al
planeta, es decir, nos hacemos un favor, evitando miles de millones de
desplazamientos, y le hacemos un favor a la conciliación familiar (por lo menos
es así en muchos casos), de forma que es un tema que vale la pena estudiar y
empezar a practicar, donde no lo hayan hecho, porque como se dice ahora, y por
más que me canse ya la expresión, el TD ha llegado para quedarse.
Para que esto funcione, sin
embargo, los “jefes” tenemos que hacer cosas. Fijaros que hablo de jefes y no
de directivos ni lideres, ni managers. Y es que con tanto liderazgo, buenas prácticas
del management y tanta actitud directiva, a veces nos olvidamos de algo tan
sencillo como “ser buenos jefes”, ayudando, interesándonos, implicándonos en las inquietudes de nuestros equipos, dando ejemplo o simplemente escuchando un poco más.
Intentando aportar algo más al
tema y después de una larga reflexión y lecturas varias relacionadas con el TD,
personalmente he llegado a la conclusión de que no nos tiene que temblar el
pulso a la hora de “conceder” el privilegio de la no presencialidad, siempre
que hagamos bien las cosas.
Es necesaria una mejor “comprensión” por parte de los jefes sobre la importancia del equilibrio entre la vida laboral y familiar. Algo de lo que hemos hablado tantas veces, pero sobre lo que seguramente no hemos reflexionado lo suficiente.
Si nos ponemos estupendos
pensando trascendentemente sobre “¿que hacemos aquí?”, llegaremos a la conclusión
de que no hay otro camino que buscar la felicidad en el puesto de trabajo,
porque cualquier otra cosa no tiene sentido.
Y eso ...¿está reñido con los
resultados empresariales? … seguro que no, pero es que además o vamos por ahí o
tal como piensan las nuevas generaciones nos vamos a quedar con los mediocres y
tendremos una empresa mediocre con resultados mediocres.
Algunas buenas prácticas que me
han parecido perfectas para evitar algunos de los aspectos negativos del TD ,
que los tiene y no voy explicar aquí por sabidos, van en la línea de:
− Crear
equipos de trabajo cambiantes para romper dinámicas y construir nuevos
escenarios.
− Organizar
actos presenciales lúdicos o profesionales, más frecuentemente que antes,
porque es más necesario, para tratar temas de interés de la empresa y de todos.
− Controlar
la mensajería, que antes llegaba al puesto de trabajo pero ahora puede inundar
la vida y la casa durante veinticuatro horas, poniendo en práctica en la base
de los mensajes algo como : “es posible que tengamos horarios distintos, así
que por favor, no te sientas obligado a contestar este mensaje fuera de tu
horario laboral habitual”.
Puede que a algunos aún les cueste
aceptar este pie de firma, pero hay que hacerlo y sobre todo considerando que
los colaboradores no tienen las mismas obligaciones y horarios que los jefes,
porque se les paga por cosas distintas y se les paga distinto, desde luego.
Otro día hablaré de las “obligaciones” de los jefes, porque ahí también hay
mucho malentendido y mucho sacrificio innecesario que a veces solo hace que
maquillar una mala organización.
Y finalmente algo que me parece fundamental y que es la
clave en muchos aspectos organizacionales:
− Diseñar soluciones a medida.
Aquí la desigualdad es la regla aunque nos cueste romper con el antiguo paradigma de que las reglas tienen que ser iguales para todos. Eso ya no funciona.
El equilibrio entre la vida laboral y
familiar o personal se ha convertido en un tema central, y, o lo abordamos con
valentía, o nos mantenemos en la línea de las empresas u organizaciones “rojas”
que decía Laloux, lo que nos va a condenar a perder a los mejores, porque ya no
quieren renunciar a su vida por culpa del trabajo.
Olvidémonos también de aquellos
colaboradores con entrega total que realizaban largas e interminables jornadas,
porque esa “especie” ha desaparecido y tengo que decir que me alegro porque el
balance era negativo aunque , con mirada corta, parezca que beneficiaba a la empresa.
Así pues, parece obvio que se está abriendo
un nuevo escenario, en el que tendremos que buscar una manera distinta de
organizar el trabajo, los horarios, los equipos y los objetivos, para que sean
compatibles con las expectativas de personas que quieren trabajar, además de otras
cosas.
Saludos
Francesc
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